martes, 26 de octubre de 2010

POEMAS MÍOS 2

Entre criptas y bóvedas elevadísimas,
envuelto en una oscuridad roja,
en un silencio frío, vasto como el cielo gris,
tu mirada se detiene en un punto luminoso:
una joven delgada, de ojos como lagos,
apenas cubierta por una capa carmesí,
lee, ajena, un viejo libro de extraños caracteres.

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Con la tensión de un sexo ansioso
te perseguí por los pasillos laberínticos
de aquel castillo infinito,
entre galerías repletas de tenebrosos óleos.
Te di por fin alcance
y, perversa, me cubriste
con los dientes rojos de tu boca ardiente,
con tu piel pálida como sábana de placer quieto y helado,
y, penetrando en el interior de tu alma despiadada,
disfruté con mi aniquilación.

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