miércoles, 12 de octubre de 2011

Relato "POR EL CAMINO DE E., O UN FRAGMENTO DE VIDA".

     E. suele ser percibido como un hombre suavemente extravagante, con una vida y personalidad peculiares, aunque de una forma moderada o discreta. Y, como se dice en esta época, se le considera un friki. Ya en su adolescencia llamó la atención de sus amigos y familiares, prosaicamente realistas, gracias a la desmedida afición que manifestó por las obras de Tolkien. Ahora que se acerca a la cuarentena, E. ha sustituido la prolijidad de El señor de los anillos por el barroquismo alucinado de los cuentos terroríficos de Lovecraft y de otros autores raros y quizá de segunda fila. El torturado cerebro de E. se complace perdiéndose en fantasías góticas de castillos imposibles o inverosímiles, como si algo de su psique encontrara cierto e indeterminado placer en las ensoñaciones situadas en laberintos tenebrosos y húmedos, de piedras sucias. En suma, todos estos detalles, conocidos por los más íntimos, o sospechados o intuidos por los demás, le han granjeado la fama, acaso injusta, de tipo extraño, alejado de la sana vida práctica, de la vida común de sus semejantes. Añádase que E. vive con sus padres todavía y que parece más bien solitario y de pocos amigos, para que la impresión de excentricidad se acentúe poderosamente.
    
     Pero E., pese a su apariencia mediocre de hombre casi cuarentón, un tanto gordito y bastante calvo, de rostro vulgarmente redondo, insípido, E., decimos, se siente en cierto modo orgulloso de su vida. Las ironías que percibe en torno, que sabe captar con la finura de una antena psicológica (le parece acertadísima esta expresión), las considera con displicencia y una cierta superioridad. Sí, es verdad que vive con sus padres y que su modesto trabajo de conserje en una institución pública no promete hacer relumbrar su existencia con los altos placeres de una vida intensa. Pero, ¿el suyo no constituye un transcurrir tranquilo, sereno? ¿Acaso podría vivir mejor con otras personas? En cuanto a sus aficiones literarias, reconoce su puerilidad prácticamente inofensiva, pero sabe que también le agradan las cosas serias y profundas. Además de con Lovecraft o Blackwood o Machen, goza asimismo con Henry James, Proust, Flaubert (¿no es él, E., una señora Bovary sumida en el polvo de la pequeña ciudad?, pero sin cónyuge ni amantes, claro, piensa con humor benevolente) o con Robert Walser (ese Walser al que considera hermano del alma, si la frase no es demasiado cursi, ese Walser por quien E. derrama con gusto metafóricas lágrimas en unos ojos hipotéticos). A E. también le gusta el fútbol, el cine (aunque su preferido es el clásico norteamericano de los años cuarenta, que no puede ver tanto como quisiera), pasar las noches ante la televisión (junto a su mamá -ya que el padre se acuesta pronto- disfruta de las series y de los programas del corazón); en fin, que él mismo no se ve tan rarito, tan diferente como los demás le han dado a entender en determinadas ocasiones, con miradas y actitudes más que con palabras francas y directas
    
     Quienes le observan tienen la impresión superficial de un individuo exteriormente anodino, sin darse cuenta de que en el interior de E. arde el fuego de los instintos, como en cualquier otro hombre. En efecto, E. padece, con relativo placer amargo, las tensiones de la sexualidad. Desde hace poco tiempo su atención erótica se ha fijado en dos mujeres. Por un lado, su compañera de trabajo en los últimos seis meses, A., chica de unos treinta y cinco años, divorciada, alta y de espectacular y frondosa melena castaña. A. posee un cuerpo grande, rotundo, un rostro alargado y anguloso, de facciones duras (esa mandíbula marcada, los pómulos elevados y prominentes), en el que brillan húmedamente unos subyugantes ojos azules y rasgados y una boca sensual que suele entreabrir de modo inconsciente (labios rojos que señalan o indican una agradable entrada en su intimidad cálida). A. es una hembra de fuerte carácter, un tanto masculina en sus modos, algo que a nuestro protagonista le excita oscuramente. A E. le gusta imaginarla poderosa en el amor, activa e inquieta, repleta de posturas y movimientos constantes, fieros, experta en caricias prohibidas y con un ímpetu de fogosidad venérea.

     Por otra parte, la vecina del piso de arriba, L., jovencita de unos  veinticinco esplendorosos años. En contraste con A., (en virtud de una desconocida, inexplicable ley de compensación o equilibrio), L. es menudita, de cuerpo delgado y flexible (como si estuviera sin formar del todo, guardando todavía algo de la perfecta imperfección adolescente), con un pelo moreno que lleva corto y chic (a lo garçon, que se decía en épocas pasadas), de carita aniñada y alegre (¿por la inconsciencia juvenil?) en la que bailan unos ojazos (acaso demasiado grandes, desproporcionados, mas esto aumenta su belleza) oscuros y redondos, que parecen mirar las cosas con asombro y felicidad. E. se la figura tímida, recogida y quieta en los placeres (en el momento del éxtasis, abrazada a él fuertemente, aferrada en un espasmo pétreo, casi inmóvil, callada y pasiva, sudando, apenas temblorosa en un orgasmo lento e inacabable paladeado por ambos con morosidad exquisita, a un mismo ritmo acompasado y sólo ligerísimamente perceptible).

     Pero E. tiene la convicción de que nunca les dirá nada, jamás se atreverá (como mucho, a invitarlas a un café). Y aun en el caso de que acumulara valor suficiente y de que fuera correspondido (ideas demasiado sublimes para ser ciertas), E. sabe que su mamá sería un obstáculo insalvable. ¿Y por qué arriesgar un amor seguro, tierno y único a cambio de una aventura azarosa e impredecible? En todo caso, E. se consuela pensando que siempre le quedarán las delicadas, adorables, inocentes nínfulas (nymphettes en el original inglés) que hermosamente supo cantar, en prosa de lirismo inconmensurable (aunque en sórdida novela, sazonada de picante cinismo), el gran Maestro rusonorteamericano. Esas pequeñas cuya existencia mamá ignora por completo, niñas que nunca se interpondrán (al menos, es lo que E. cree, desea o espera con toda su alma) en tan bonito afecto materno-filial.


(XI-2009).

martes, 5 de julio de 2011

Relato "UNA VISITA AL MARQUÉS DE SADE".

     En una brumosa mañana de marzo de 1783 el reverendo padre Jean d'Alencourt acude a la prisión de Vincennes para realizar una temida, y en el fondo deseada, visita a Donatien-Alphonse-François, marqués de Sade. El cielo grisáceo, entreverado de celajes finos como puñales de hielo, crea cierta atmósfera similar a una campana gigantesca de ambiente triste que envuelve la llanura en la que los colores no brillan, apagados por la uniformidad mortecina de tonos plúmbeos que parece dominar el paisaje entero. El religioso desciende de su carruaje y se dirige a la entrada del castillo que ahora sirve de cárcel. Antes de introducirse en el recinto, se fija en las torres, en la configuración de la fortaleza, de piedra blanquecina, y en el bosque cercano, una masa verde oscuro, quieta, silenciosa. El conjunto ofrece un aire medieval y solitario. Tras identificarse, es conducido al interior del castillo por laberínticos pasadizos que han de llevarle a la presencia del prisionero, ese monstruo de maldad que tanto ha escandalizado con su vida y sus escritos hasta terminar por hundirse en la ignominia y el crimen. Al padre Jean se le figura que los pasillos, oscuros y algo húmedos, pudieran dirigirse a unas catacumbas ominosas, a un secreto innominable.
     Por fin d'Alencourt entra en la celda de Sade. El guardia queda fuera, a la espera. El sacerdote ve a un hombre macilento, demacrado, puede que debido a las circunstancias del encierro o acaso porque al marqués la vida de depravaciones y corrupción le ha acarreado consecuencias físicas. La habitación no está mal, en realidad. Amplia, bien cuidada, dispone de una cama aceptable. A lo largo de una pared una estantería contiene varios libros, y, al lado, una mesa sencilla hace las funciones de escritorio, repleta de papeles y manuscritos. Sólo dos pequeñas ventanas, trabadas de barrotes gruesos, revelan el carácter carcelario de la estancia. El cura se considera un hombre directo y franco, así que comienza a hablar sin más preámbulos:
     -Marqués, vengo para ayudar en lo posible a vuestra atribulada alma, si os arrepentís y aceptáis la misericordia de Cristo -dice con firmeza y bien templada voz varonil.
     Sentado en una silla rústica, Sade contempla a su visitante. Piensa que la palabra que mejor definiría al cura sería la de redondez. Sacerdote vestido con un sencillo hábito frailuno, su orondo perfil indica una predilección por la gula. Pero Sade prefiere imaginárselo en plena violación de la virginidad de una candorosa muchachita, o mejor, de una novicia inexperta. Tras los instantes de silencio impuestos por estas reflexiones, responde:
     -Os lo agradezco, padre, pero veréis, hay un pequeño problema. No creo en Dios ni en vuestra moral...
     -Me habían hablado de vuestro ateísmo fanático -interrumpe el sacerdote-, pero ¿nunca habéis sentido la necesidad de creer en algo más que en la grosera materia?, ¿no sentís nostalgia de las bellezas y promesas de nuestra religión?
     -En absoluto, buen señor, sólo la materia existe, y los placeres infinitos que proporciona antes de disolverse en una muerte absurda -las palabras suenan desencantadas, colmadas de un hastío agotador.
     -Pero, ¿y la esperanza en la vida eterna?, ¿y los ideales, el amor? Todo esto, ¿no significa nada? -algo como una súplica tiñe las frases de d'Alencourt.
     -¿Ideales? Os diré los míos: coños, culos y vergas, no necesariamente en este orden. En tales órganos, hermosos y hechos para el placer, al que sirven de forma tan adecuada, se condensa toda mi filosofía -esta vez Sade haba en un tono más fuerte y más lento, escupe las palabras impulsado por un resentimiento indefinido, cercano al odio en intensidad.
     El cura retrocede. Su cara circular y llena expresa un asombro sin tasa, los ojos abiertos ante el escándalo. Sin embargo, tras unos segundos cree reponerse y replica:
     -Vuestras enormidades son vacuas y vulgares, además de asquerosas. ¿Pretendéis provocarme? Incluso vuestro pervertido corazón habrá recibido en algún momento los beneficios de un amor limpio y honorable...
     -Sí, hace ya tanto tiempo... Pero luego comprobé que todo era mentira, todo es mentira. Hoy, lo más próximo que siento al amor es poder azotar las blancas y suaves nalgas de una joven hasta hacerlas sangrar en medio de horribles llagas...
     -¿Cómo?, ¡¡canalla!!
     -...fundir los efluvios de mi placer con la sangre de una putilla que goza en el sufrimiento, en los dolores de las sevicias... sangre y semen, placer y crueldad, ¿no lo habéis probado, padre? Os lo aconsejo muy sinceramente.
     -¡Sois incorregible, un aborto de humanidad! ¡El libertinaje y las nocivas doctrinas de los filósofos más alejados de Dios han debido de destruir vuestra mente!
     -Simplemente quiero llegar más lejos, más allá, donde nadie se ha aventurado. Conocer las delicias del cielo y del infierno en esta tierra... probar todo.
     El padre Jean nota que le invade un vago mareo de asco o de repugnancia. En su ya larga experiencia se ha enfrentado con otros libertinos, pero éste supera cuanto ha conocido, cuanto ha imaginado. Un sudor frío comienza a perlar su ancha frente.
     Sade se levanta y avanza hacia el religioso. Tomándole con suavidad del codo, añade:
     -Buen sacerdote, ¿no se os ocurre mejor modo de aprovechar el momento que esta conversación estéril, sin objeto? Animaos, seguro que vuestro trasero albergará con júbilo a mi necesitado y aburrido miembro, que, con las severas restricciones impuestas en este lugar, ha de conformarse únicamente con los tristes e insípidos placeres del onanismo -y ríe con una carcajada carente de alegría, hueca, vacía, una risa débil y sarcástica que es propia de algo no humano. La carcajada artificial de un autómata debe de ser así, piensa d'Alencourt en una ráfaga que él mismo no se puede explicar.
     Abrumado y lleno de vergüenza, el padre Jean decide despedirse, huir:
     -Adiós, marqués, no tenéis remedio. Que Dios, en Su infinita misericordia, os ayude y perdone. Yo no puedo.
     -Meteos a vuestro Dios por el culo... acaso os plazca... y sería una nueva y bonita forma de comunión, ¿no creéis?... ¡ah, los hallazgos de la mística! -repite la risita seca, mecánica, que su voz cascada y cruel se complace en emitir.
     El sacerdote hace señas al guardia y abandona la celda con prisa, mareado. Vuelve a pasar por los mismos corredores y pasillos que a su llegada, sólo que ahora se le antojan, no sabe por qué, recubiertos de un fluido caliente y pegajoso. Sale fuera del castillo y todo continúa sumido en idéntica atmósfera, de opaca niebla heladora. Tiene la risa metida en los oídos, y quizá nunca desaparezca del todo.


(I-2010)

miércoles, 25 de mayo de 2011

Relato "VIAJE AL FONDO DE LA NADA"

Altos, elevados pueden ser el hastío y la desolación cuando se ha probado el sabor de la nada, piensa el conde Hans von Lübeck en su pequeño palacete de Munich. La luz escasa de este otoño pobre de 1968 arranca fríos destellos de las doradas molduras del salón, reflejos tímidos y acuosos de los espejos que simulan perforar las paredes anticuadamente decoradas. El silencio de lo cotidiano permanece ahí, sin significado. El conde está de ánimo melancólico, sentado en su sillón favorito, mientras sus lánguidas manos apenas sostienen un delgado libro que ya no lee. Se trata de la Carta de Lord Chandos de Hofmannsthal. Von Lübeck acaba de cumplir cincuenta años, y siente que en su vida empieza un declive, la caída impostergable. Ya lejana su juventud en buena parte malgastada por la guerra, y luego su prosperidad creciente en los 50 (a la que ayudó la oportuna ocultación de su pasado nacionalsocialista, prestidigitación posible gracias a las riquezas heredadas, al prestigio de su apellido y a ciertos contactos y amistades), su matrimonio fracasado... Ahora llega la decadencia. Se ve como el protagonista de A contrapelo de Huysmans, confinado por el aburrimiento en una soledad poblada de cosas hermosas, o como el príncipe Saurau, aristócrata enloquecido y genial, personaje de una novela recientemente aparecida (Trastorno) del joven escritor austriaco Thomas Bernhard. En fin, basta ya de lepra literaria. Se levanta y pone un disco, Tristán e Isolda, una grabación en vivo de 1958 realizada en Bayreuth. Disfruta del dúo de amor, como es sabido constituye un paralelo musical del orgasmo, el reflejo del progresivo clímax del coito, en un crescendo mareante y sensual. Cómo debía de follar el viejo Wagner. O quizá plasmara un ideal inalcanzable, sueño de artista insatisfecho.

Desde hace años reconoce en sí mismo una tendencia fascinada hacia lo degradado y corrompido, como si encontrara un goce especial en lo más bajo e innoble del ser humano. De hecho, le encanta la yuxtaposición de lo putrefacto con los elevados frutos del arte y de la cultura. Le gustaría unir la mierda de las tabernuchas infectas con el rococó bávaro. Una manera de apurar la vida en todo lo que tiene de delirante y barroco, hasta las últimas consecuencias, sin renunciar a nada. Asumir la totalidad plena con el fin de llenar el vacío que le consume. Es una atracción por la basura, por el extraño lirismo de lo más sórdido, lo cual le lleva a pensar en Cèline (al que conoció en la Francia ocupada, entonces von Lübeck no sabía que se trataba de un escritor de cierta reputación, lo recuerda como un tipo desagradable, cínico, realmente asqueroso, un auténtico hijo de puta).

El conde pasa a rememorar lo sucedido hace dos noches, cuando deambuló por los barrios de peor fama de la ciudad en busca de determinada sustancia y se encontró con una joven putilla, embadurnada de maquillaje, que le dijo: ven, guapo, te hago lo que quieras, te la chupo como nadie, ven, palabras obscenas que le recordaron las que Joyce dirigía en sus cartas a Nora: deseo verte las bragas manchadas, me gusta más tu culo que tus tetas porque hace cochinadas, el placer unido a la inmundicia, delectación en lo que pudorosa y poéticamente se denomina escatología. Amor en el lugar del excremento, que dijo Yeats. Y ante la oferta de la puta, pensó: sí, preciosa guarra, por qué no, quiero joderte, que tu coño sea mi Leteo, inúndame con la suciedad de tus innumerables sémenes. Pero fue sólo un instante que ya terminó, una huida provisional y fácil. Sexo mecánico que ni añade ni arregla cosa alguna. El hueco, la sensación de ausencia y de falta en su mundo desolado, persisten con furia.

Harto de tanta trampa y estafa, el conde apaga la música (justo cuando suena el canto de amor y muerte de Isolda, supremo deleite en la aniquilación total) y se dirige al cuarto de baño, donde se inyectará la morfina, esa vía de escape hacia los sueños con ciudades de cristal y oro. El venenoso placer al que ni quiere ni puede renunciar y que acaso un bendito día le permita conocer la faz verdadera de una nada pura y simple.


                               
                                 (II-2009)

viernes, 20 de mayo de 2011

Poema "RECUERDO FUTURO DE UN PARAÍSO".

RECUERDO FUTURO DE UN PARAISO
                                                 (Homenaje a Á. Mutis)



La seda de los palacios y la carne de las damas,
el tacto de las costumbres y la tranquilidad de
                                                   [las bibliotecas,
óperas que profundizan miradas misteriosas,
silencio acre de burdeles arcaizantes.
Tertulias largas en cafés de rojos mármoles,
ocurrencias salpicadas de chistes como sal,
besos como flores de simpatía.
Lentos paseos por bulevares de árboles y teatros,
un cielo fino y una lluvia gris,
y las chicas son el misterio y la belleza de un óleo veneciano
y las gentes susurran en recitativo moderado,
como estos versos han de ser leídos.
Europa de los dos últimos siglos.
Secretos de las vidas se encubren con irónico barniz
que a veces se rompe a fuerza de ternura, la cual
forma la médula sentimental ennoblecedora de deseos:
estas trampas amor se llaman,
y su dulzura es pareja con su crueldad.
Milagros, esperanzas anidan en las miradas jóvenes
que nunca dejan totalmente de serlo.
Moneda común, la dignidad y la nobleza,
de frente se mira y sólo es hipócrita la cortesía obligada.
¡Con qué elegancia giran los salones juveniles,
simpáticas parejas acariciadas por Rachmaninov!
¡Cómo se deleitan los sentidos y la mente!


(este poema figura en la entrada "Poemas 3" de 31 octubre 2010, en este blog).

domingo, 8 de mayo de 2011

MONÓLOGO

     vaya mierda de vida... bueno de mi vida qué hacer qué espero... el hartazgo aburrimiento como en un desierto lleno de sol todo sin saber... sí el budismo Miguel de Molinos buscar la huida en la aniquilación refugiarse en la nada en su pureza atracción de la no existencia no existe el yo Hume... todo es disolución... maya dicen los hindúes todo es apariencia engaño la verdadera realidad cuál es... la verdad no existe o está donde no llegamos... hay que joderse... cómo mis palabras no sé escapan se deslíen qué es lo que pienso pienso a través del lenguaje... o gracias al lenguaje? no qué coño la pureza del vacío es nociva... prefiero la vida la realidad me gusta me gusta todo un placer delirante el sexo la sensualidad las artes... leer hundirme en mis autores favoritos el verdadero amor nunca te fallan ellos los grandes las frases están ahí siempre no cambian inmutables sin tiempo... el placer de leer música de las palabras pensamientos en los que me reconozco o que me enriquecen me dan vida o es un sustitutivo? sustitutivo de la vida quizá es mejor... los libros... pero no la vida es más las mujeres esas chicas encantadoras jovencitas que me turban chiste fácil sus caritas que sonríen con humedad brillante una solamente mi novia mi chica dónde está... el sexo como trampa Schopenhauer para perpetuar la especie el amor también trampa... pero al menos querer y sentirme querido qué bonito puto sentimentalismo por qué yo no por qué... hay que joderse en fin algunos hablan de destino y una mierda no hay destino es lo que haces mis decisiones mi carácter mis genes la herencia de la familia el ambiente y así estoy solitario y jodido y abandonado me doy pena sutil placer masoquista en la autoconmiseración... complejidades psicológicas... el exceso de pensamiento arrasa la vida como un fuego blanco sin piedad luz demasiado clara quirófano inteligencia castradora como esterilización el demonio del análisis ¿Flaubert? luz más luz quería Goethe para qué viejo imbécil preferible la oscuridad la bruma novelas góticas cuentos de terror... castillos ruinosos húmedos y oscuros laberintos desconocidos inquietud angustia... viejas bibliotecas llenas de polvo con libros maravillosos y terribles y con silencio que se palpa esquinas sumergidas en las tinieblas ¿dónde estoy? dónde la doncella inocente que te espera en la cama de dosel entre gasas y terciopelos de un rojo intenso suave niña que te mira y sonríe no tan inocente después de todo pequeña vampira no me importa... que muerda y succione qué más da lo esencial es la situación escena pertubadoramente gloriosa la estética belleza por encima de la moral... imaginación otra manera de huir de soportar hay que fastidiarse seré fino soy muy educado que se note... un poco perverso la atracción de lo prohibido el valor para enfrentarse con... rebeldía ¿soy rebelde? en realidad un conservador puede que cobarde ante el espanto de mi imaginación me muestro anodino de derechas previsible la comodidad de las leyes de lo aceptado no moverme virgencita que me quede como estoy... quietismo también pero en otro sentido... o viajar ver sitios nuevos ciudades multitudes que te ignoran está bien anonadarse en el gentío socialismo vulgar pacifismo alianza de civilizaciones que os den por culo gilipollas no reconocéis el mal o sí pero sois hipócritas el odio posee virtudes creativas y purificadoras... el odio la violencia es la vida muchachos biempensantes... permitidme el sermón vosotros también sermoneáis... qué cínico soy qué cabrón cómo me divierto sí y qué os jode actitud chulesca qué pasa soy yo egoísmo aristocrático Nietzsche más allá del bien y del mal... pero sólo hablo palabras palabras palabras soy conservador no me atrevo es un sueño lo dijo Hölderlin el hombre es un pordiosero cuando piensa y un dios cuando sueña... decididamente mejor el sueño... mi paraíso soñado una ciudad inmensa de piedra y galerías acristaladas con magníficos bulevares plazas parques y palacios repletos con todas las obras de arte de la Historia y todas las películas y todos los libros escritos o pensados o perdidos gigantesca ciudad museo para mí y para toda la Humanidad no digáis que no soy generoso... todos los seres humanos que han vivido que viven y vivirán las calles atestadas de gente vestida como en el siglo diecinueve personas eternas en perpetua juventud simpáticas sin preocupaciones ni trabajo únicamente pasear y conversaciones y risas y poder leer y contemplar todo una y otra vez... qué sueño... improbable... y en un castillo rodeado de fuentes en una de sus habitaciones la más oscura y secreta está la niña vampiro esperándome y entro en la cámara en la estancia y ella se tumba desnuda depilada su cuerpo endeble y frágil delgado apenas sin formar de una blancura homogénea y completa sin mácula su piel suavidad que resbala y se abre...


                                      (III-2009).

jueves, 7 de abril de 2011

Poema "LOVECRAFT"

Vidas inconcebibles y amenazantes
acechan en los oscuros laberintos,
en los vértigos desconocidos del tiempo y del espacio,
hundidas en ciudades congeladas
y submarinas como castillos de moho.
Inmortales latentes
en criptas atestadas de relieves
nauseabundos y maravillosos.
Sueñan o recuerdan los libros obscenos,
la inhumana belleza
de su arte perfecto, espantoso,
delicadamente brutal.

En determinados puntos del universo
la materia a sí misma se corrompe
y crea, de maldad, incomprensibles ámbitos:
seres que, vomitando, esperan
regresar para imponernos
su reino de degradación,
la negrura absoluta, la vida muerta,
una podredumbre gloriosa
a causa de su propio caos.




                                           (XI-XII-2008; IV-2011).

HOMENAJE (¿Y PARODIA?) A THOMAS BERNHARD.

     El profesor Kaltenmeier en su refugio de los Alpes, como corresponde al tópico del filósofo, alejado del mundanal ruido, de la gloria y los placeres de algunas clases de vida que, en el fondo, desprecia. Porque lo esencial de la Filosofía, tal como la ve Kaltenmeier, es el desprecio, el situarse por encima de lo cotidiano que puede ser superficial o acomodaticio, porque el filósofo busca una verdad y a veces encuentra un porción de ella y entonces sabe, comprende, que todas son formas de la destrucción, una monumental estafa, y que los no-filósofos se enredan en las trampas de la vida, y así Kaltenmeier se cree, de algún modo, superior, y piensa, con cierto orgullo moral, por llamarlo de manera noble, que no debe mancharse, que su deber consiste en permanecer puro, inmaculado de la fatuidad humana, no molestado por los dolores o sufrimientos siempre presentes (incluso en su ausencia) ni por los deseos siempre inalcanzables (aun cuando parecen estar ahí), y piensa y cree que esta renuncia es incuestionable y sincera, y que acaso tiene algo de sacrificio, concepto que  también ha despreciado desde que en la escuela católica, en su infancia ya tan lejana y tan olvidada, trataron de inculcarle su valor, el valor del sacrificio, una disposición masoquista de negarse a sí mismo, y en ocasiones piensa si su renuncia no es algo semejante, si no se trata de una trampa psicológica que ha quedado emponzoñada en el fondo de su alma o de su cerebro, una idea recibida de la que él mismo no ha sido consciente hasta ahora, pero Kaltenmeier desecha estos pensamientos, él quiere lo que tiene, lo ha buscado, y se encuentra conforme y orgulloso y un poco aburrido, pero sobre todo digno, ve en su situación la dignidad del hombre que se conoce y conoce su lugar en el mundo pérfido, y valora sus ventajas con una minuciosidad avarienta que a un observador sarcástico pudiera parecerle burguesa, interesada o mezquina, pero este hipotético observador está profundamente equivocado: Kaltenmeier sólo naturalmente aprecia sus ventajas, alejado de seres humanos que te corrompen y te pervierten con sentimentalidad, con chantajes basados en algo tan inaprensible como los sentimientos, y le gusta sentirse fuera del alcance de esas personas que se adhieren por la costumbre, por la soledad, y acaban por transformarse en un molesto tumor, en un indeseado añadido de materia humana, repleta de sentimientos, dolor, enfermedades y muerte, y Kaltenmeier piensa que está bien así, fuera de lo que en el mundo se llama vida, amor, placer, incluso belleza o arte, esas grandes palabras a las que se han aferrado siempre los filósofos idealistas (los no-verdaderos filósofos, los filósofos de la mentira y de la complacencia, los filósofos-consoladores), y Kaltenmeier olvida, contra su voluntad, por unos instantes, el rigorismo de su pensamiento, y recuerda... y recuerda a Anna, colega de universidad y luego compañera durante once años de su vida, y rememora la sonrisa  de Anna y su mirada llena de entendimiento, y la textura de la piel y el vértigo de los coitos siempre nuevos y únicos, y cómo la enfermedad acabó con todo (¿es necesario imprecar a la muerte?) y recuerda que Anna es ya sólo un recuerdo que no quiere recordar...


                                            (IX-2008)

domingo, 20 de marzo de 2011

Poema sobre "CARTA DE LORD CHANDOS" DE HOFMANNSTHAL.

Me canso de escribir y de leer. Alguien dijo
la carne es triste y he leído todos los libros.
Pensar en las miles de páginas que me aguardan
produce hastío, ansiedad, tedio.

El lenguaje se estrella contra las cosas
revelando su esencia de vacío,
su condición de fantasma inútil
en el delirante baile conceptual
de la desdichada lógica.

Mas no deseo acabar
como Lord Chandos:
uno de esos nihilistas demasiado modernos
cuya fría mirada
quema todo lo que toca
hasta consumirlo en un vértigo,
náusea de lo ilimitado e inabarcable.

No, es necesario, y lo será,
reconstruir la solidez
con gran esfuerzo de voluntad,
dominar la nada,
apagar el veneno de la disolución,
y retomar leyes y costumbres
para terminar forzándonos
a un compromiso
como a una cuestión de honor.
Recuperar palabras desgastadas
y en ellas volcar nuestros sentimientos
como si realmente los sintiéramos.

(No hay nada como asumir el engaño
hasta convertirlo en verdad,
hasta que nos olvidemos de la otra verdad).

                   (III-2008).

Apéndice. Un fragmento de "Carta de lord Chandos" de Hofmannsthal:
Todo se me desintegraba en partes, las partes otra vez en partes, y nada se dejaba abarcar ya con un concepto. Las palabras aisladas flotaban alrededor de mí; cuajaban en ojos que me miraban fijamente y de los que no puedo apartar la vista: son remolinos a los que me da vértigo asomarme, que giran sin cesar y a través de los cuales se llega al vacío.

Poema "ARTHUR MACHEN".

Ver laberintos a través de los laberintos
de las ciudades y los campos.
La pradera es órgano poderoso
y en las piedras hay palacios que cantan.
Ámbitos de placer y conocimiento
pacientes, pudorosos, se ocultan:
el que a ellos acceda
asaltado será por fuegos terribles:
se consumirá con aquiescencia
y con la alegría, el pavor sin límites
del que comprende la muerte y el mundo
en un éxtasis de belleza
levemente putrefacta
con los estigmas del mal.

Encantadoras señoritas
en su deseable materia albergan
un gigantesco gusano informe
como hecho de luz negra.

(En los más vulgares edificios
subsiste el milagro espantoso que acaso retorne).

                     (II-2008).

Poema "REFLEXIONES DE GUSTAV VON ASCHENBACH EN SUS POSTRIMERÍAS VENECIANAS".

Un mármol frío surca mis venas,
melodía mortal,
caricia de degradación y podredumbre,
mas, con triste alegría consciente y en cierto equilibrio
inestable,
aprecio que la corrupción puede ser sagrada:
todo es cuestión de voluntad
y complicaciones psicológicas.

En estas piedras y palacios viejos
envueltos por un mar leproso
que inocula la belleza de la putrefacción,
la extinción dorada de los crepúsculos,
en esta sal que contamina el aire y la pureza
de las piedras, elevándolas
a algo indefiniblemente más sublime,
aquí, en la Venecia enferma, aparece
la insoportable hermosura de un niño extranjero,
inconsciente, desdeñoso, perverso
en su inocencia acaso aprendida, acaso fingida:
se revela exultante grito o cántico
soterrado de lujuria y juventud,
burla magnífica del arte
(de mi arte casi inhumano, de mi clasicismo puro),
superación suprema de las formas muertas.

¿Por qué a estas alturas,
cruzada la mitad del camino de mi vida,
un inmaduro cuerpo me impulsa y me reclama
con fuerza de gloriosa cúpula
hacia la mancha y la melancolía de la muerte?

                           (IX-2008)

domingo, 13 de marzo de 2011

LITERATURA Y NIHILISMO.

     El exceso de capacidad crítica, de inteligencia despiadada, conduce a grandes artistas  a un escepticismo arrasador. Esto ha sido cada vez más claro desde el siglo XIX, con el creciente positivismo, la progresiva decadencia de los viejos valores y creencias, la crisis, en suma, del hombre contemporáneo.
     Si a ello unimos la consustancial insatisfacción que suelen padecer los espíritus nobles y sensibles, el alma de los creadores, herida y amargada, ha ido cayendo, en muchas ocasiones, en el más árido y frío nihilismo.
     Uno de los más conspicuos, y acaso primeros, en experimentar este sabor acre, fue el gran Gustave Flaubert. En su correspondencia vemos al hombre de talento, profundamente cultivado, hastiado de impotencia ante una vida miserable y gris. Flaubert no cree en la Historia ni en las soluciones provisionales o débiles que ofrecen la religión o la política, únicamente encuentra un consuelo, a la manera schopenhaueriana, en el cultivo esmerado y exigente de su arte, de la literatura. Su enorme capacidad crítica le lleva a tratar a sus personajes con una ironía cruel y helada. La gran mayoría de éstos, como vemos en "Madame Bovary", son seres despreciables, mezquinos, estúpidos. Flaubert se muestra implacable, despiadado, con los caracteres nacidos de su pluma. En las personas sólo ve sus defectos, salvo en alguna pequeña excepción, como el pobre Charles Bovary (que no deja de ser un ingenuo, un tonto) o Justin.
     Esta crueldad en el tratamiento de los personajes está lejos del espíritu más comprensivo o benevolente de otros autores, quizá menos tajantes o duros (¿debido a que guardaban un cierto fondo de cristianismo?): Dickens, Tolstoi, Pérez Galdós o el último "Clarín" (en "Su único hijo"; ya que en "La regenta" se muestra tan cáustico como Flaubert). Son escritores que, aun conscientes de los vicios y defectos y crímenes de la Humanidad, todavía conservan algo  de  cariño, de compasión, ante las debilidades de sus criaturas. Incluso los personajes mediocres y melancólicos de Chejov podrían incluirse aquí.
     Algo de esta visión desesperanzada se encuentra en el negro pesimismo de Thomas Hardy, por ejemplo, y enlazaría con la posición despegada, amoral y escapista de los movimientos simbolistas y decadentes de fines del XIX y principios del XX (Baudelaire, Rimbaud, Barbey d'Aurevilly, Valle-Inclán, Thomas Mann, Proust) y, a través de éstos, con el surrealismo.
     El nihilismo moderno queda retratado, de forma cruda, en las novelas de Dostoievski ("Demonios", etc) o  de Conrad ("El agente secreto"), y, de manera ambivalente o paradójica, en la filosofía de Nietzsche.
     Tras las crisis que conllevó la 1ª Guerra Mundial (revolución bolchevique, destrucción de imperios, colapso económico, disolución social, casi definitivo hundimiento del concepto tradicional de Dios, etc), este nihilismo social condujo una huida hacia adelante en el ámbito político (fascismo, nazismo, comunismo, y corrientes totalitarias y violentas en general) que en literatura se tradujo (aparte del ya mencionado surrealismo y otras vanguardias) en la obra crudelísima, casi inhumana (¿o demasiado humana?) de Louis Ferdinand Céline, en las páginas análiticas y desidealizadas de Hermann Broch o  de los primeros existencialistas (véase el Camus de "El extranjero" o de "Calígula").
     ¿Y en nuestra época, la de internet y la globalización, de relativismo cultural y choque de culturas? Tal vez estemos asistiendo al triunfo casi definitivo de ese nihilismo que profetizaron hace más de un siglo, con diferentes matices de  valoración, Nietzsche o Dostoievski.

Post-scriptum de junio 2011: Y es porque vivimos en un nihilismo postmoderno, que los lectores de nuestra época prefieren a los autores escépticos, como Flaubert o Cèline, frente a los más amarrados a la tradición. Así, escritores católicos, por ejemplo, como Mauriac, Waugh, Chesterton o Julien Green son minusvalorados, tachados como "conservadores" (pese a su recuperación reciente en algunos casos), como curiosidades un tanto marginales, creadores de relativa segunda fila, fuera del mainstreet literario. En cuanto a Tolstoi y Dostoievski, se reconoce su primacía estética, su incontrovertible potencia creadora, pero sus ideas se pasan por alto, asumidas y parcialmente toleradas como fruto de una época trasnochada.

El nihilismo tiene un origen en buena medida ideológico. El marxismo y el anarquismo despreciaban (cuando no odiaban) toda la tradición, tanto política y económica como literaria, artística, religiosa, filosófica, ética  o nacional. Querían arrasar todo, en un ansia de destrucción. Hacer tabula rasa. Y esto, de forma no explícita, es lo que aprecio en parte de las propuestas "progresistas" contemporáneas. Actualmente, tras las crisis de las ideologías, el nihilismo ni siquiera propone un nuevo modelo social o político, quedándose en una mera crítica destructiva del yo individual, de las instituciones familiares y costumbres sociales, etc.

Este nihilismo también se observa en la "novela negra": los detectives cínicos y amorales, los criminales que narran impasiblemente en primera persona, los policías y jueces corruptos, que suelen traspasar la ley... Puede que esto explique en parte su éxito. Ver la influencia de James M. Cain y otros en el Camus de "El extranjero", p. ej.

Asimismo, el nihilismo seria otro de los componentes destacados en algunos escritores que ahora gozan de gran fama: Bukowsky, Carver, Cheever, Pynchon, Salinger, McCarthy, Coetzee, etc.

Birgit Nilsson & Jon Vickers "Love duet" Tristan und Isolde

martes, 22 de febrero de 2011

DOS MICRORRELATOS

     Ayer el conde **** me invitó por fin a conocer su biblioteca. Ciertamente resulta notable, y justifica su fama legendaria. Según el orgulloso propietario (comprensible vanidad legítima), contiene todos los libros. Me impresionaron en especial los gruesos y casi infinitos volúmenes de la Magna Historia Universalis. Esta singular compilación (de una prolijidad insuperablemente exhautiva) abarca los acontecimientos de la Humanidad entera, desde el comienzo hasta su sorprendente (y triste) final. También incluye las biografías de cuantas personas han existido, así como las de quienes poblarán el limitado futuro. Pude leer la mía, completa y exacta hasta la vergüenza, pero me detuve en el pasaje en que era invitado a conocer la biblioteca del conde ****.

__________

     La primera frase surgió hace algo más de un mes como una crítica literaria, una forma de advertencia o de consejo. Estaba cómodamente sentado en mi sillón favorito leyendo cierta antología de relatos pulp norteamericanos de los años cuarenta, cuando oí, en la soledad de mi salón, una voz que decía más te valiera dejar esa basura y continuar con las ghost stories de Henry James que tienes pendientes. Desde entonces gozo de las ventajas de un certero asesor en cuestiones estéticas. Es la voz clara, algo grave, armónica, de una sensata mujer que parece rondar los treinta años.

Brahms: Symphony No.1 Mov.IV (Wand) 5/6

Brahms: Symphony No.1 Mov.I (Wand) 1/6

Bach - Cello Suite No. 1 in G Major BWV1007 - Mov. 1-3/6

martes, 1 de febrero de 2011

THE TURN OF THE SCREW (Homenaje a Henry James)

(Habla Peter Quint):

     A los que vivimos después de morir, en un espacio de tinieblas pálidas, en una condenación fría y vacía, nos es dado volver al mundo, si nuestra maldad exige un cumplimiento definitivo, si podemos realizar un último apogeo de la corrupción. Y además necesitamos la materia, a la que añoramos, para poder continuar el amor tras la muerte, mi amor perverso hacia Lilith Jessel.

Ella y yo nos encontramos hace un tiempo en este ámbito de silencio y soledad, sin más fantasmas que nuestras dos almas sucias, mas no lográbamos el contacto anhelado, el amargo y violento estrechar de los cuerpos. Nos mirábamos sin ojos, fundíamos las conciencias, pero nos faltaba algo, la carne en que expresar el éxtasis. Cierta intuición prodigiosa nos reveló la posibilidad: una sutil infiltración a través de los dos niños que tanto nos quisieron, esos Flora y Miles que seguían viviendo, y a los que habíamos iniciado en el camino de la perdición, en las normas secretas y profundas de esa maldad que es la fuente de los más altos goces, gracias a una depravación gloriosa; aquellos niños que, entre risas, nos vieron cometer los actos más impuros. ¡Qué hermoso es corromper un alma inocente! Y empezamos: fue fácil como un juego. Cierto es que, al principio, la presencia de esa nueva institutriz nos molestó como una intromisión inoportuna. Mas en seguida vimos que podía constituirse en un divertimento, un añadido a la expansión del mal, algo que siempre nos alegra. Con un inapreciable esfuerzo de voluntad, conseguíamos ser visibles para la pobre señorita, y la espantábamos como en un tópico relato de fantasmas, con variados efectos visuales, sonoros, térmicos, en una maravillosa manifestación de creatividad artística. Se volvió medio loca. Mientras, poco a poco comenzamos a controlar las mentes de los niños, y a entrar en sus cuerpecitos. No sé cuál era el máximo placer, si modelar la conciencia de los inocentes, o si meternos en su tibia materia, y así, durante unos minutos, yo en Miles y Jessel en Flora, poder entregarnos a las más salvajes formas de un sexo asqueroso, más infame aún al realizarse mediante dos cuerpos infantiles. Y era muy gracioso ver las tiernas almas de Flora y Miles (al lado de las nuestras, compartiendo el mismo espacio) atónitas ante los inmensos placeres que les eran revelados. Todavía no sé si llegaron a saborear alguna onda de nuestros orgasmos. Pero, por una ley desconocida, tales fornicaciones únicamente duraban unos instantes, y Jessel y yo debíamos salir de los niños, a los que, no obstante, nos era permitido regresar al día siguiente. Por cierto, una vez la tonta institutriz nos sorprendió, es decir, vio a Flora y Miles copulando, sus bocas emitiendo indescriptibles obscenidades, oyó palabras y gemidos que eran los míos y los de mi Jessel. Horriblemente espantada, separó a los niños, se llevó a Flora y, a partir de entonces, sus sueños fueron húmedos. No se atrevió a asumirlo, tal vez quiso borrarlo de su memoria, en todo caso no dijo nada nunca, ni a la señora Grose ni a nadie, y por supuesto omitió este episodio en su tímido y estúpido manuscrito (que luego sirvió al señor James para componer una célebre novelita).

Un día comprobamos con pesar que no podíamos penetrar más en los niños. Ya no nos servían. En un acceso de furor, acabé con la dulce vida de Miles, ante la estupefacción de la institutriz, que creía poder hacer algo frente a mi potente presencia. Aunque esta enloquecida e ignorante señorita había enviado a Flora a Londres, puede que debido a la erótica escena antes referida, mi querida Lilith Jessel no permaneció ociosa, y, emulándome (¡tal es la fuerza del amor!), a las pocas semanas mató a la niña, con lo que ahora estamos los cuatro en este infierno vacío, en estas tinieblas pálidas, y buscamos nuevos cuerpos  con los que fornicar entre nosotros a través del tiempo interminable.

                                                                  
                                                                               (III-2008)

Yundi Li plays Chopin Nocturne Op. 9 No. 2

sábado, 15 de enero de 2011

PUBERTAD EN PALACETES COMO SUEÑOS (Homenaje a V. NABOKOV).

     Recuerdo mi infancia soñadora y feliz como globos iridiscentes, mi pubertad descubridora y extasiada, allá en el rosado palacete de mármol de mi tío Mitia, en la inolvidable, y acaso ya desaparecida, Ardis. Aquellos veranos de un ocio tranquilo y vivo, rodeado del silencio neto, puro, de los bosques cercanos, ronroneantes moles de olas verdes mecidas por un viento dulce, tibio y fresco al mismo tiempo. En el porche de la mansión coqueta, tumbado boca abajo, apenas consciente de la milagrosa dicha, de la atmósfera del encantado lugar, leyendo Ana Karenina o Madame Bovary (tomados de la biblioteca fértil y oscura de mi tío, confiado desconocedor de mis lecturas), en horas neutras, agradables, sin apenas duración, o con un tiempo intuido como si fuera una conocida, familiar, cinta de terciopelo que pudiéramos recorrer en varios sentidos sin sorpresas y sin aburrirnos.

Fui buen estudiante, por lo que durante esos estíos pude dedicarme a la lectura como goce personal o privado, sin responsabilidades ni deberes escolares (ayudado por la indiferencia elegante y aristocrática, un poco fría, que el tío Mitia mostraba hacia mis asuntos). Hasta que todo cambió un agosto, el de mis catorce años. Sentía el empuje de algo nuevo en mí, unas variaciones deliciosas en el organismo, como un vértigo de miel y tensión que nacía en lo más recóndito y secreto de mi cuerpo en metamorfosis. Y entonces, mi tío anunció que pasaría unas semanas con nosotros mi primita Verashka. Llegó la niña, que resultó no serlo tanto, pese a contar un año menos que yo. El pequeño ciclón lácteo que nutría y vivificaba mis miembros, esa fuerza leve de carne que no sabía dónde saciar su potencia inaugurada, encontró en mi primita el objetivo natural de sus aspiraciones parcialmente románticas y parcialmente materialistas.

Verashka notó su influjo en mí, con la sabiduría innata de su sexo para reconocer las heridas que inflige. Supo jugar con ello y conmigo, con caricias y delicados toques pretendidamente pueriles, siempre en el límite de lo intolerable, de las cosas sucias que ya conocíamos sin nombrarlas, con besos y abrazos suaves que querían ser familiares muestras de afecto, algo que desmentían la excesiva seriedad de sus miradas, el inestable silencio, culpable y húmedo, que envolvía nuestras uniones con la sorpresa de un goce buscado pero nunca explícito.

Poema "A DIOS".

A DIOS

El mal, la libertad
suaves dejaciones son de tu poder
para que, en paradoja sublime,
tu obra resulte aún más perfecta
con la belleza necesaria del contraste.
(Fuera del tiempo no habrá desacordes notas).


Poema "ALINA".

                                                             ALINA
 A mi ahijada.

Luz materializada
en carne tibia y dulce,
almita nueva que vienes
para añadir un poco de ternura
al mundo fiero.
Un temblor emocionado
de lágrima y de alegría
nace en la mirada
de quien te contempla.
Cada uno de tus gestos diminutos,
de tus mohínes y ruiditos,
es un encanto que nos vuelve
eternos en el instante.

Alina,
pequeña maravilla.

TCHAIKOVSKY Symphony no.5 op.64 andante cantabile

Tchaikovsky Symphony 6 - Movement 1 - Karajan (Part 2 of 2)

Tchaikovsky Symphony 6 - Movement 1 - Karajan (Part 1 of 2)

Tchaikovsky Symphony 6 - Movement 4 - Karajan

martes, 11 de enero de 2011

POEMAS 4

Durante años he cantado
la estéril pureza de la nada
en poemas de inane pesimismo.
Paladeé el sabor a yeso
seco del vacío, de la ausencia,
me gocé en la posibilidad del no ser.
Intenté acariciar
lo que no se ofrece al tacto.
Ahora prefiero
(cuestión de voluntad)
celebrar el todo,
creer que cuanto existe
perdurará para siempre,
que la muerte, la pérdida, la destrucción,
no son sino apariencias.
Que cada cosa posee
su propia parte de eternidad.
Incluso el alma, la vida,
inexplicablemente han de durar.
El fuego está ahí, ardiendo.

                                                                 (III-2007)
__________

Luz de un cuerpo que se desliza
cantando, quemando;
se basta a sí misma,
extasiada y atónita
por la calidad de su propio resplandor.
Y termina, sin acabar, fundida,
penetrando como lengua
en otro cuerpo, fantasma
al que ama mientras destruye
para que persista, transformado:
todo sirve a la recreación,
al renacimiento.

                                                       (III-2007)
__________

Todos los colores brillan
dentro de la luz,
en el vertiginoso centro intocable de la luz,
y todas las almas viven
dentro de la limitada cinta
del tiempo.

                                                      (III-2007)
__________

Luz demasiado quemada
en los límites del ser.

                                                      (III-2007)
__________



POEMA "REBECA"

REBECA

En el fondo del mar oscuro,
entre húmedas tinieblas verdes,
yace la innombrable,
la que en paradoja es puro nombre,
ya ominoso mito,
detestable ausencia siempre
presente.
La en apariencia noble, hermosa, elegante
Rebeca
que en su interior escondía
un enjambre de serpientes perversas,
todos los venenos del mal.
La que dejó huella inmunda
en las espléndidas estancias de Manderley.

Manderley y memoria purificados
por el fuego en que se aniquila
la tenebrosa señora Danvers,
única que sin condiciones,
sin muros morales,
con despiadada lealtad,
supo amar al bello monstruo.

                                                                         (II-2007)


lunes, 10 de enero de 2011

Handel Rinaldo Lascia Ch'io Pianga

LA CREACIÓN Haydn. Dúo Adán y Eva

Waltraud Meier "Liebestod" Tristan und Isolde Scala 2007

Cosi Fan tutte 1996 - Trio "Soave il vento"

Mozart - Las Bodas de Fígaro - Sull'aria Subtítulos en Español

Mozart, Piano Concerto No. 21, Andante ("Elvira Madigan")

Beethoven: King Stephen, Op. 117 - Female Chorus and Finale (3/3)

Bach, J.S. - "Air" Orchestral Suite N° 3 in D Major_BWV 1068

J. S. Bach - "Jesus bleibet meine Freude" BWV 147

domingo, 9 de enero de 2011

Requiem de Mozart - Lacrimosa - Karl Böhm - Filarmónica de Viena

Bach - Matthaus Passion - 68. Coro - Wir setzen uns

Bach - Matthaus Passion - 13. Aria - Ich will dir mein Herze

Bach - Matthaeus Passion - 01

Piano Concerto No. 5 in E flat "Emperor", Op. 73 - Adagio un poco mosso

Schubert symphony no 8 1st movement (d759) (Unfinished)

viernes, 7 de enero de 2011

Verdi.La Traviata.4.E Strano.Netrebko.Villazón.Salzbourg 05

Verdi.La Traviata.5.Sempre Libera.Netrebko.Salzbourg

Un di felice, eterea (La Traviata)

Anna Netrebko "Quando m'en vo" La Boheme

Renata Tebaldi - La Boheme

Luciano Pavarotti sings "Che gelida manina"

Netrebko and Alvarez - O soave fanciulla

Buñuel L'AGE D'OR 1930, Erothic escene

Wagner Die Meistersinger von Nürnberg; Prelude to Act I; Solti

M

Wagner: Tannhauser Overture (Solti) 2/2

Wagner: Tannhauser Overture (Solti) 1/2

Wagner: Tristan und Isolde - Prelude

Gustav Mahler - 5th Symphony conducted by Maazel. 4. Adagietto

Mahler: Symphony No. 6: Mov. 3 - Part 1 of 2

Schubert - Symphony N°5 - 1st movement - Alfredo Corral

M

Klemperer Beethoven 9th Live 1970 3rd mov (2/2)

M

Klemperer Beethoven 9th Live 1970 3rd mov (1/2)

Toscanini - Beethoven's Fifth Symphony 2nd Movement

Beethoven, Symphony No 7, II Karajan, Berliner Phil