martes, 10 de diciembre de 2013

Poemas "SIRENAS"

Poemas que escribí para el "Proyecto Sirena", recientemente celebrado en Logroño, una combinación de artes plásticas y literatura, con otros compañeros y amigos, en una inolvidable exposición:

SIRENA SOY

Delicïosamente se extïenden
mis mïembros en la arena frágil:
senos de carne que estalla
como simas convexas
que anhelan llamas y sol;
cola de espejos, escamas frías,
con un tibio sexo agazapado:
vagina
salina
que es quien realmente canta
(oculta garganta, inflamada de sabios vientos),
quien de verdad, gracias a mentira astuta,
subyuga y atrae hacia mí
a esos rudos hombres, de dureza seca,
de almas deseantes, empapadas con gris tiniebla,
que en un siempre buscado amor
se consumen y destruyen.


SIRENAS ÁRTICAS

Cuelgan los huesos
(violentamente amarillentos,
aun a pesar de su encierro)
en transparentes témpanos atrapados,
en carámbanos de un hielo casi puro.
Son los huesos de las víctimas,
en estos parajes gélidos
como diamantes apoyados en astros muertos.

Aquí no tiene nombre el silencio
ya que silencio es la esencia misma.
Y casi idéntica la soledad,
salvo por ciertas finas figuras
de belleza y muerte:
muy blancas muchachas
asoman entre las aguas, lentamente,
sus húmedas melenas de clara calidad,
sus rostros perfectos e impasibles
(muestran indiferencia o serenidad
divinas).

Del helado y denso mar surgen,
y en las polares orillas, aún más blancas,
se tienden con tranquilos movimientos.
Sin evidenciar emoción alguna
contemplan los encapsulados huesos
de los hombres a quienes ofrecieron su amor.


HABLA OTRA SIRENA

Necesito atraer a los marineros,
(esos hombres de piel y mirada
curtidas por los viajes),
para de ellos alimentarme.
Les hago soñar con mi canto,
con el vislumbre de unos hermosos miembros
(brillantes por los efectos acuáticos,
entre la neblina, a lo lejos)
y les introduzco el candente imán
del deseo hacia mí:
anegarse quieren en mi música infinita,
explotar en coitos, derramándose,
entre las telas de mis pieles más profundas.
Esos pobres marineros atienden al canto
sin saber que bajo la belleza del arte
palpita el veneno de la muerte.