De la niña tentadora el punzante amor
pleno en inocencia, pervertida en nuestro saber:
así queda lo bueno del mundo,
ajado en las manos del hombre destructivo,
en la tibia y trémula decadencia
en que vivir aún creemos.
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Ya suena, dulce, ardiente y fatal,
de la blanca muchacha parisina
la impía carne, morena y fina
que triunfar quiere como flor del mal.
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¿Qué es la vida? Hastío y ganas de dormir.
Intentar la caza del placer y la belleza
por ver si la vida refulge.
Y al final, tras la muerte, después de todo,
si aún siguiéramos existiendo.
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Entro en tu dorado cuerpo
como en una catedral de pecado.
Templo de carne viva
donde el placer es himno extasiado.
Tu energía me atraviesa:
como en una catedral de pecado.
Templo de carne viva
donde el placer es himno extasiado.
Tu energía me atraviesa:
sabroso fuego malvado.
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Lames mis miembros de hueso y carne,
mientras resuena tu risa de cuchillo
en la noche colgada de los astros.
Me regalas la muerte en el instante
del dorado e inacabable orgasmo dulce.
mientras resuena tu risa de cuchillo
en la noche colgada de los astros.
Me regalas la muerte en el instante
del dorado e inacabable orgasmo dulce.
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