jueves, 27 de marzo de 2014

Poema "EN LA MUERTE DE LEOPOLDO MARÍA PANERO"

Blasfemia como un rezo,
besos, labios entrecruzados
boqueando en el hastío inagotable:
necesitan el escaso oxígeno disponible
entre tanto vómito y la repugnancia fecal
inherente a la materia.


Pues no hay forma humana de acceder
al jardín siempre prohibido,
al lujurioso jardín de la infancia perdida:
delicados parterres y fuentes
ebrios de sol:
¿dónde aquella juventud restallante en cuerpos
que huían de la aniquilación?

martes, 25 de marzo de 2014

Un poema de WILLIAM CARLOS WILLIAMS.

Un poema del norteamericano William Carlos Williams (1883-1963):

RETRATO DE UNA DAMA

Tus muslos son manzanos
cuyas flores tocan el cielo.
¿Qué cielo? El cielo
donde Watteau colgó la zapatilla
de una dama. Tus rodillas
son una brisa del sur -o
una ráfaga de nieve ¡Ah! ¿Qué
clase de hombre era Fragonard?
-como si eso aclarase
algo. Ah, sí -bajo
las rodillas, cuando el ritmo
languidece de ese modo, es
uno de esos blancos dias de verano;
la alta hierba de tus tobillos
aletea sobre la playa-
¿Qué playa?
la arena se pega a mis labios
¿qué playa?
Ah, pétalos tal vez. ¿Cómo
puedo saberlo?
¿Qué playa? ¿Qué playa?
Dije pétalos de un manzano.

Poemas de WALLACE STEVENS

Algunos poemas del norteamericano Wallace Stevens (1879-1955):

La noche tiene el color 
del brazo de una mujer:
noche, la mujer, 
oscura, 
fragante y dócil 
se oculta a sí misma. 
Un estanque brilla, 
como un brazalete 
agitado en un baile.

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TATUAJE 

La luz es como una araña. 

Se arrastra sobre el agua. 
Se arrastra sobre los filos de la nieve. 
Se arrastra bajo tus párpados 
y extiende ahí sus telarañas– 
Sus dos telarañas. 

Las telarañas de tus ojos 

están atadas 
a tu carne y a tus huesos 
como a las vigas o a la yerba. 

Hay filamentos de tus ojos 

en la superficie del agua 
y en las aristas de la nieve.

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Dos aforismos:


"La primavera es como una bella desvistiéndose".

"La poesía es un faisán que se esconde entre la maleza".

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Y algunos versos sueltos, fragmentarios:


La vida es un antiguo casino en un jardín.
Los picos de los cisnes se aplastan contra el suelo.

(...) 

y una gran decadencia se posa como el frío.

(...)

¿La función del poeta es tan sólo sonido,
más sutil que la más ornada profecía,
rellenando el oído? Le obliga a ejecutar
tantas repeticiones eternas, su aleación
de porciones de ébano y hebras de paraíso.
Lo lastra con amables lógicas para el pulcro.
Y es parte de nosotros al ser naturaleza.

(...)

Ahora bien, que las cosas den vueltas
y más vueltas, es algo que contiene
sonoridades ciertamente clásicas.

lunes, 17 de febrero de 2014

Poema "LA NOVIA DESNUDADA POR SUS SOLTEROS, INCLUSO" (Homenaje a Marcel Duchamp).

LA NOVIA DESNUDADA POR SUS SOLTEROS, INCLUSO (Homenaje a Marcel Duchamp, a su obra "El gran vidrio", 1915-1923).

La novia, anhelante, en la parte superior,
en su deseo sudoroso casi desnudada
por los solteros de la mitad inferior,
apelotonados hombres solitarios
que no llegan a tocar a la mujer;
mientras tanto, ellos agitan sus molinillos:
humo y polvo producen
que ligero sube, hacia la cápsula femenina:
viriles vapores que, como un órgano de piel
apenas inexistente, consiguen quitar
un poco de los ropajes que envuelven a la amada,
desvelando el inaccesible misterio
de los tres cuadrados blancos:
intuido hueco del placer y el sexo.
Sólo así es posible la comunicación
entre ambos mundos que se buscan y desean
con toda la fuerza de la materia, de la carne:
imperfectas y nunca plenas
aproximaciones biomecánicas.
Y tanto la novia como sus solteros,
son insectos o máquinas,
aplastados e inermes entre la luz impasible
del tiempo congelado en un vidrio
bidimensional, incluso.




"MARCEL Y YO" (Poema en prosa, homenaje a Juan Ramón Jiménez)

A Marcel, mi coneja.

Marcel es suave y peluda, tan blanda que está hecha de pelo, carne leve y dulce, y huesecillos frágiles. 
Le digo "¡Marcel!", y viene a mí, con sus ojillos como vivos minerales negros, a buscar mis caricias, el calor de mi mano (o quizá sólo a comprobar mi presencia, a asegurarse de mí, atestiguando nuestro vínculo). Se tiende a mi vera, confiada y satisfecha, mientras acomoda sus patitas y gime y ronronea, o como se denomine el ruido de placer que emiten los conejos, una música tenue y primigenia.
Marcel hunde su hocico en los colores duros de su comida, y en el oloroso heno, que le trae proustianas reminiscencias del campo, inscritas en sus genes, en el compartido pasado de su especie.
Tumbada a mi lado, mirándome con reconocimiento, le digo: "Marcel, ¿por qué comemos otra cosa que sol o fuego?.. los dioses no tuvieron más sustancia de la que tienes tú"... y Marcel continúa observándome, y creo que me entiende y hasta sonríe, con el punto de luz de estrellas en sus ojos puros... y estira y agacha la cabeza para que se la envuelva con mis dedos, con la carne caliente de mi mano... dios deseado y deseante... yo para ella y ella para mí.


Las frases en cursiva están tomadas de Juan Ramón Jiménez. Homenaje en los cien años de la publicación de "Platero y yo".

POEMA TRISTE... MICRORRELATO

Incesantemente me anegan
los implacables ríos de la memoria:
con aguas frías y turbias vienen,
atravesando oscuros bosques,
bosques de negros árboles
dolorosamente entrelazados,
bosques de fuego muerto y gris,
de una congelada humedad.
Y a lo lejos, intuidas, con un presentimiento
de deseo ansioso, tentación o reclamo
de tantas felicidades imposibles,
las brillantes ciudades desconocidas,
a lo lejos, con sus luces atractivas,
sus edificios casi eternos, imponentes,
que me esperan con sus gentes, libros y arte,
aunque acaso nunca pueda llegar,
impedido como estoy
por los crueles ríos de la memoria.


Era difícil amarla, ya que en su calidad de fantasma fluía en mis brazos, huidiza e inapresable. Pero sus ojos eran sólidos, de táctil presencia, suspendidos entre la bruma de su cuerpo cambiante. Y en esa mirada plateada, a veces, sólo a veces, me comunicaba su comprensión ante mi deseo, y entonces recogíase para concentrar al máximo su leve materia y se filtraba en mí, empapándome los poros, y fueron los escasos instantes en que conocí el sentido de palabras como éxtasis o gloria.

viernes, 24 de enero de 2014

Relato "AQUEL HOMBRE..."

     Aquel hombre creía en la religión y la moral, o, al menos, quería creer lo suficiente, con el resultado de que, en nuestro mundo moderno, era objeto de sonrisas y apenas ocultos sarcasmos con intención humillante, desprecios notorios que revelaban la incomodidad de su presencia sólidamente conservadora. Por una de esas humorísticas paradojas que siempre se dan y siempre nos sorprenden, su novia, además de espectacularmente guapa y deseable, era una psicoanalista freudiana avant la lettre. Sí, de las que creen en la erotización de la madre y la necesidad inconsciente de matar al padre (o al revés) y en la sexualidad inagotable de los bebés de pecho, sea ésta oral, anal o, como el Dios que no existe manda, genital. Corolario: era perfecta atea. Pueden imaginar las conjeturas a que nos entregábamos los que conocíamos a la pareja, para explicar tan extraño amor. Unos apostaban a que ella quería pervertirle, que él era sólo cobaya de un experimento psico-moral. Otros, a que la chica añoraba un sentido para su yo, una reprimida pero latente tendencia a un objetivo seguro y sereno, acaso más tradicional de lo que ella hubiera admitido, y que sólo en él pudo encontrar o satisfacer, o que buscaba un sustituto a la figura paterna, fallecida unos años antes, tesis que a mí siempre me han parecido demasiado obvias o fáciles, como chistes malos y repetidos en exceso. En fin, alguien aventuró que fue él quien la sedujo, al modo de esos católicos fervorosos que sienten una indefinida atracción por el mal, lo que creen pecado, o simplemente por la belleza adornada con la luz de una inteligencia en el fondo ingenua y buena. Quizá pretendía atraerla al mundo de la inmortalidad del alma. Aunque la explicación más sencilla, según Ockham la más probable, pero también la más fantástica y, en cierta manera romántica (por tanto, mística, irracional), es que se enamoraron.

(escrito antes de 2006)