lunes, 17 de febrero de 2014

POEMA TRISTE... MICRORRELATO

Incesantemente me anegan
los implacables ríos de la memoria:
con aguas frías y turbias vienen,
atravesando oscuros bosques,
bosques de negros árboles
dolorosamente entrelazados,
bosques de fuego muerto y gris,
de una congelada humedad.
Y a lo lejos, intuidas, con un presentimiento
de deseo ansioso, tentación o reclamo
de tantas felicidades imposibles,
las brillantes ciudades desconocidas,
a lo lejos, con sus luces atractivas,
sus edificios casi eternos, imponentes,
que me esperan con sus gentes, libros y arte,
aunque acaso nunca pueda llegar,
impedido como estoy
por los crueles ríos de la memoria.


Era difícil amarla, ya que en su calidad de fantasma fluía en mis brazos, huidiza e inapresable. Pero sus ojos eran sólidos, de táctil presencia, suspendidos entre la bruma de su cuerpo cambiante. Y en esa mirada plateada, a veces, sólo a veces, me comunicaba su comprensión ante mi deseo, y entonces recogíase para concentrar al máximo su leve materia y se filtraba en mí, empapándome los poros, y fueron los escasos instantes en que conocí el sentido de palabras como éxtasis o gloria.

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