Cantan los espejos armonías desoladas,
marcha fúnebre por el Caos compuesta.
Música oscura de oboes y violines
cuya sustancia es el ritmo de la muerte.
Adagio lentísimo que llora
como un aullido negro, gemido de extinción.
Y al fondo, voz humana de metal carmesí
brota de un espectro reflejado
en las pulcras y pulidas superficies.
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