Fuegos
crujientes dentro de una perla,
satinado
terciopelo que sangra
a
lo largo de tiernas pieles
languidecientes
de mimos.
Un
estirar de órganos como lenguas
se
precipita en las moles de nata y hielo
con
la ansiedad dibujada en su rostro.
Fieles,
persistentes aromas de pavor
envuelven
todos los cines y las camas
atrayendo
la pálida filosofía de los espejos.
Cada
relámpago que huele
sabe
buscar esas carnes refinadas
que
entre corolas bullen
como
pálpitos, apoteosis del tacto.
¡Con
qué placer acumulado
estalla
la pierna entre las nubes!
Melodía
de un baile que se pierde en los salones,
en
la fuerza fija de los delirios vagos.
Imprecisión de las formas que remite
a tensos fantasmas de mármol,
a
una pintura esmaltada al óleo
sobre
quietas olas de esperma.
¡Es
admirable la delicadeza
de
esos fuegos internos que se arrastran
entre
los cuerpos imperfectamente comunicados!
me gusta el final especialmente...:))
ResponderEliminar¡Gracias, anak anac! :D
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarjajaja, ya,
ResponderEliminarMaravilloso.... Sigue deleitándonos, por favor.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Yolanda!.. lo intentaré...
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