símbolo de un fin que, asombro,
perdura como las montañas y las rosas;
muerte que es un cuenco
repleto de dones que no acaban.
Íntimo temblor de los seres,
vibración inesperada de una armonía
que órganos habita y células.
Bocetos, arquitecturas,
clavados en el sabor a infinito de los espíritus,
flotantes en el milagro de la música y la visión.
(VII-2001, III-2004)
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